El presidente ya se enteró del desastroso sistema penitenciario
LA Semanal” tiene su encanto, expone la falibilidad presidencial. Atenúa la divinidad y ratifica que el presidente no es Dios-como él ha dicho- aunque se le parece. Desde aquella presentación, con la espectacularidad habitual, hasta hoy, su cometido se cumple. Inolvidable la actuación del vocero de la presidencia, manzana en mano, para recordar la fatal mordida que cuenta el Génesis.
El objetivo de esos encuentros con el presidente candidato, informó el director de Estrategia y Comunicación Gubernamental, es “recuperar el paraíso perdido de la comunicación.”
Citó la exhortación del ex presidente de Uruguay, Pepe Mujica, a “poner la oreja” a las demandas del pueblo. También habló de la posibilidad de “preguntas incómodas”, hasta ahora escasas. Y es que la figura presidencial encanta, es costumbre inmutable entre nosotros, hábito malsano que afecta la institucionalidad.
El cara a cara con el representante del poder ejecutivo abruma, el servilismo se impone y cuando el mesianismo acecha, hay menos espacio para la disidencia.
“LA Semanal” ha funcionado con agenda y espontaneidad de libreto, gracias a participantes que aplauden, sonríen y hacen los guiños lamentables de complacencia que impiden el propósito de “la oreja”.
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Lo de la degeneración, es más habitual de lo que pensamos