Para Leslie justicia; a la Policía Nacional reforma
Por Ronny Mata.-Era la noche del 2 de octubre, fecha en la que se conmemora el Día Internacional de la No Violencia, en honor a Mahatma Gandhi, líder de la paz y la independencia de La India. En el Club Náutico Boca Chica, en la República Dominicana, la joven arquitecta Leslie Rosado asistía a la celebración del cumpleaños de su padre, el ingeniero José Rosado.

En medio de tanta alegría, resultaría inimaginable para los presentes la idea de que la entusiasta actividad sería el preámbulo de una trágica despedida, la última oportunidad de compartir con la joven arquitecta, quien a sus 36 años de edad se encontraba a minutos de ser herida mortalmente por una bala y de dejar en la orfandad a tres menores de edad.
Sobre la repudiable acción se registran numerosas versiones que discrepan entre si, Sin embargo, en ninguna es controvertido el hecho de que Leslie, una joven embarazada, acompañada por su hija de 16 años, fue perseguida de noche por dos individuos a bordo de una motocicleta, entre ellos un cabo de la policía, quien sin mediar palabra le disparó a quemarropa en la cabeza, cegando su vida y la de la criatura que anidaba en su vientre.
Con prontitud, en la mañana del domingo la Policía Nacional en voz de su vocera ofreció su desencajada versión, tal y como ha hecho otras veces en la que sus miembros han ejecutado acciones delictivas, acompañando su declaración de disculpas a los familiares y anunciando el sometimiento del matador a la justicia, junto a la aclaración de que al momento del condenable hecho este no se encontraba de servicio, como si esta aseveración devolvería la vida arrebatada.
Como una presa de agua que sobrepasa su máxima capacidad, los efectos de la indignación social acumulada por los constantes abusos y atropellos se derramaron en las redes sociales y en los medios de comunicación, condenando la acción, clamando justicia para Leslie y exigiendo de manera inmediata una solución a un problema que para muchos es “una cura más mala que la enfermedad” y para otros un “un mal necesario”.
El horrendo acontecimiento que estremeció hasta los estamentos más sólidos de la sociedad dominicana, denotó que la imperiosa necesidad de reformar la Policía Nacional cada vez es mayor, La institución consagrada en la Constitución como encargada de velar por el orden y la seguridad ciudadana, debe cumplir cabalmente con la misión que se le asigna en la Carta Magna y de esta manera proteger a la población de la adrenalina y la injustificada violencia que ejercen sus agentes.
Los instrumentos de monopolio de la fuerza, de ninguna manera pueden continuar siendo utilizados para sembrar dolor y sufrimiento en las familias dominicanas. El mero sometimiento a la justicia de los miembros actuantes no detiene el problema, ni lo previene, la fiebre no está en la sabana. Por consiguiente, deben tomarse medidas contundentes, orientadas a brindar reales garantías para evitar y prevenir que en el futuro se continúen desarrollando casos como este.
Para esto es fundamental transformar el actual cuerpo del orden en una institución atractiva para profesionales de distintas áreas, dignificando la función policial con buenos salarios, beneficios de salud, vivienda y escolaridad, acompañado esto de la depuración rigurosa y constante del personal en sus filas, como también de la fiscalización e inspección a cargo de un órgano exclusivo para esos fines e independiente a la policía.
Cierto es que las condiciones extremas del entorno en que labora el policía y la constante exposición de su vida al peligro pueden causarles traumas severos, que incluyan un estado de hiper alerta o de perdida de la sensibilidad, razones por las que consideramos esencial la realización de evaluaciones y terapias psicológicas a los agentes de manera ordinaria y extraordinaria inmediatamente se informe que estuvo en una situación que pudo afectarle.
La humanización, el entrenamiento y la especialización de los agentes son elementos vitales, conjuntamente con la dotación de equipos que permitan neutralizar y someter a la obediencia a quienes lo ameriten, minimizando así el uso innecesario de la fuerza letal, mejorando el combate de la delincuencia y contribuyendo a brindar una respuesta policial ejemplar.
No se puede dejar a un lado, que un gran número de las actuaciones arbitrarias y abusivas muchas veces se amparan en la superioridad artificial que brinda un arma, por lo que se sugiere contemplar el exigir al término del servicio y dependiendo la naturaleza del mismo, que los agentes dejen las armas de reglamento en el lugar al cual están asignados y que estas les sean entregada al inicio del siguiente. De esta manera, también se evitaría que hechos violentos y delictivos sean ejecutados por miembros de la policía en horario de libertad.
La trágica muerte de Leslie Rosado, por enésima vez revela a la sociedad dominicana que la descomposición existente en las filas de la Policía Nacional afecta a todos de manera indistinta. Por consiguiente, en estos momentos su restructuración debe ser una prioridad. Solo de esta manera, honramos la memoria de nuestros conciudadanos ejecutados y a la vez, detenemos este flagelo.

El autor es Abogado.-
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